La muerte ayer por la noche del presidente de Venezuela,
Hugo Chávez, ha provocado reacciones en todo el mundo. Amado y odiado a
partes iguales, la figura de Chávez nunca ha pasado desapercibida para nadie, y
acercarse a ella no está exenta de dificultades.
Una vez se conoció su muerte, las redes sociales se llenaron
tanto de información como de opinión. Desde los que alababan su figura hasta
los peores detractores, nadie quiso permanecer callado. Y es ese amor/odio que
despertaba Chávez el que ha provocado que tanto a unos como a otros no les haya
producido sonrojo escribir verdaderas barbaridades.
El mundo occidental nunca vio con buenos ojos al presidente
de Venezuela. Crítico con el sistema capitalista y dotado de una retórica muy
cercana al socialismo, los medios de comunicación de masas nunca jugaron a
favor de Chávez. Epítetos como “populista” o “dictador” llenaron más de una vez
editoriales y artículos de opinión. Se le miró y analizó con el doble rasero
propio de aquellos que ven las deficiencias democráticas de uno y no las ven en
otro, como el caso de Uribe en Colombia, que también intentó
perpetuarse en el poder ante el beneplácito de los poderes políticos y
económicos internacionales.
Decir que Chávez no hizo nada por Venezuela es ocultar la
verdad. Organismos internacionales destacaron su labor para reducir los índices
de pobreza del país, con la construcción de escuelas y viviendas sociales. En
concreto, la UNESCO afirma que entre 1999 y 2010 los programas de
alfabetización llegaron al 92,5% de la población no instruida en ese momento.
Dotó al Estado de medios para gestionar sus recursos naturales –sobre todo
petróleo- sin cederlo a empresas de terceros países. Esto hizo que escalara
posiciones en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas,
poniéndose por delante de países de su entorno como Perú, Ecuador,
Brasil o Colombia. Además, fue partidario de unir a los países de
América Latina y dotar al subcontinente de una mayor presencia internacional,
un objetivo que no siempre consiguió.
Pero Chávez también será recordado por otras cosas no tan
positivas. La elevada inflación, la continua devaluación de su moneda, el alto
índice de criminalidad o su alto grado de personalismo no ayudaban en nada a
promocionar su imagen pública más allá de las fronteras de Venezuela. Además,
su apoyo a regímenes como el islámico en Irán o sobre todo a Siria,
en el momento en que masacraba a su pueblo con armamento militar pesado,
llevaron a sus detractores a tacharlo de dictador y autoritario, y a buena
parte de sus seguidores a no entender las razones de este alineamiento.
Posiblemente su interés por aparecer continuamente en la escena internacional
espoleara estas decisiones. A esto habría que sumar su intento por controlar, o
más bien modular, el mensaje de buena parte de los medios de comunicación de su
país. Tampoco hay que olvidar que Hugo Chávez protagonizó un fallido golpe de
Estado en la década de los 90, y casi fue víctima de otro en 2002. No crean que
estos ‘males’ son exclusivamente propios de Chávez. Más de uno y más de dos
Gobiernos con gran tradición democrática podrían ser acusados perfectamente de
lo mismo.
Algunos de los seguidores más incondicionales de Chávez ya hablan de elevarlo a la categoría de Santo. Sus detractores más acérrimos celebran su muerte. Ahora queda por ver si el chavismo sobrevive a su líder. En un mes lo sabremos.
Algunos de los seguidores más incondicionales de Chávez ya hablan de elevarlo a la categoría de Santo. Sus detractores más acérrimos celebran su muerte. Ahora queda por ver si el chavismo sobrevive a su líder. En un mes lo sabremos.
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